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"Los artistas son aquellos que entienden esa disciplina que ejercen como el arte que es" | Víctor Santamaría.

31 diciembre 2016

El colibrí y la lluvia


En cada amanecer durante tu inocente despertar, en tus eternos viajes de suaves vuelos, en tu dulce y tierna mirada, en la fragilidad de tu ser, siempre estaré contigo.

Siempre estaré contigo allá donde la brisa del bosque nos lleve, en nuestra íntima y mágica danza, sólo tuya y mía.

Descansar entre la bondad de tu existir y la ternura de tu aliento es todo mi anhelo y por lo que siempre estaré contigo, asfixiando las inquietudes de tus noches, amándote una vez más.

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El colibrí y la lluvia / Panamá.

© Víctor Santamaría, 2010





25 diciembre 2016

Metamorfosis


Lucían con un aire especial. Un atractivo solemne, elegante e inquietante. Una mirada melancólica que infundía tristeza, amor y una extraña compasión. Ocultaban algo, lo que las hacía diferentes. Dicen que deambulaban a solas en los atardeceres de invierno, atraídas por parajes desolados.

Cuando se las empezó a ver eran tiempos oscuros, donde ya nada parecía importar. La humanidad había perdido su rumbo para no encontrarlo jamás. Algunos hablaban de que siempre estuvieron aquí y ahora habían despertado. Criaturas al servicio de algo más grande que lo que ningún ser humano podía comprender.

De una belleza sin precedentes, con una apariencia algo siniestra y un propósito aterrador, aparecían en las afueras de las grandes ciudades. Venían a reclamar lo que siempre fue suyo, lo que ellas realmente eran y habían sido desde antes que el hombre existiera.

Agotada y sin otra alternativa posible, la Naturaleza tomaba la forma y apariencia de su peor amenaza pero con una gracia sin igual. Conforme se fueron acercando se desvelaban sus firmes intenciones, tan crueles como legítimas. Se decía que ellas tenían el poder de transformarnos, de convertirnos en aquello que habíamos destruido. Por donde caminaban sólo quedaba el silencio.

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Metamorfosis / Cementerio General, Santiago de Chile.

© Víctor Santamaría, 2015



19 diciembre 2016

El infernáculo


Cuando todo comenzó nadie pensó que fuera cierto. Se desarrolló rápido y de una manera jamás imaginada. El fuego iluminaba como nunca cada pedazo de cielo opacando el resplandor de las estrellas más brillantes del firmamento. Su ruido devorador impedía pensar con claridad, como si estuviéramos destinados a olvidarlo todo, sin culpa, sin reproches, sin remordimientos, ya no había nada que hacer.

La humanidad nuevamente en guerra, pero no contra el prójimo; esta vez estaban todos juntos, en un extraño abrazo de desconocidos que parecía ser eterno, esperando el final, aguardando un futuro incierto sin poder defenderse. Una contienda peor que la nunca sufrida o narrada en el relato más fantástico; se combatían promesas no cumplidas, postergadas a perpetuidad en un arrepentimiento efímero y sin sentido.

Ocurrió a lo largo del mundo entero, a la misma hora, tal y como se predijo; nadie pudo escapar. El hombre enfrentaba su última y más triste batalla, con desesperanza, sin opciones, contra su más tenebroso enemigo; todo había acabado. Por fin los demonios del hombre rugían liberados sobre la faz de la Tierra en llamas, al unísono en un espectáculo sin precedentes que no distinguía entre culpables e inocentes.

En el último instante algunos prometían, en su trágica desesperación, ser mejores personas. Entre llantos lamentaban su peor parte, renovaban voluntades y obligaciones jamás encontradas; sus esperanzas, las mismas de siempre…El ciclo había finalizado y estábamos solos, ante nuestros peores miedos.

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El infernáculo / Cualquier lugar en el mundo, 2016

© Víctor Santamaría, 2016




18 diciembre 2016

Abducción


Desperté inmersa en una comunión que me sumerge cada noche en otro mundo que nos observa.

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Abducción / Clayton, Panamá.

© Víctor Santamaría, 2014


11 diciembre 2016

La Tierra colonizada


Somos pocos los que quedamos. Fuimos desapareciendo perdidos en la selva para siempre, en el más profundo olvido. Nadie sabe cómo empezó ni desde cuándo nos siguen, no sabemos aún qué son. Sólo escuchamos lo que parecen risas, a veces lamentos, mas no se asemejan a nosotros, no del todo. Nada o nadie que conozcamos podría retorcer el silencio de esta forma.

Engañados en falsas promesas de riquezas infinitas y nuestros nombres en libros de historia,  cruzamos un mar de estrellas para ver a mis mejores hombres llorar de temor ante lo que nos acecha, para divisar este nuevo mundo y tratar de conquistarlo. Lo que pensamos sería nuestro nuevo hogar se tornó en la peor de nuestras pesadillas.

Quisiera regresar, pero es imposible, lo perdimos todo. Fue una catástrofe la entrada a esta atmósfera. Planeta hostil. Ya sólo queda sobrevivir.

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La Tierra colonizada / Contadora, Panamá.

© Víctor Santamaría, 2016


Días de un olvido


Me despierto de repente sumida en una gran ansiedad. Soñaba que estaba contigo y los niños, como siempre. No aguanto más sin veros, sin sentiros. 

Ahora sólo escucho llantos y lamentos de algunos que parecen llevar aquí más que yo, quejidos que desgarran el falso silencio de lo que llaman jardín de paz.

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Días de un olvido / Cementerio General, Santiago de Chile.

© Víctor Santamaría, 2016